El precio de elegir: entre el miedo a soltar y la culpa de quedarse
INTRODUCCIÓN:
¿Cuántas veces has sabido con claridad lo que necesitas hacer, pero simplemente no puedes dar el paso? Ya lo entendiste, ya lo hablaste, incluso ya lo lloraste. Y sin embargo, ahí sigues. Atorada. Paralizada. Como si algo más fuerte que tu deseo de salir te mantuviera amarrada a lo que sabes que te está haciendo daño.
Un testimonio de una persona que no puede salir de su relación:
Sé que tengo que terminar la relación. No compartimos la misma visión, ni los mismos valores ni intereses. Lo sé con la mente clara. Y sin embargo, no puedo dejarlo. Lo quiero. Me cuesta demasiado tomar la decisión que ya tengo tomada en el fondo. Siento que si lo dejo, vuelvo a perder. Vuelvo a confirmar que estoy mal. Otra vez. Y eso me rompe.
Creo que, sin querer, me he acostumbrado a vivir en el conflicto. Me convertí en “la buena”, la que aguanta, la que entiende, la que sufre, la que quiere componer las cosas. Salir de ahí no solo implicaría tomar una decisión: implicaría dejar de ser quien me he acostumbrado a ser. Y eso me da ansiedad. Me genera culpa. Me deja vacía.
Hay momentos en los que peleo conmigo misma. Escucho una voz interna que no perdona, que me castiga sin descanso. Un juez instalado en mi pecho me condena con frases tan crueles como familiares:
“Si lo haces, eres egoísta.”
“Te vas a equivocar, te vas a arrepentir.”
“Te vas a quedar sola.”
“Y si te quedas, eres una tonta, porque nada va a cambiar.”
Ese diálogo me sofoca. Me paraliza. Me roba la fuerza para actuar. Como si no importara lo que decida, siempre salgo perdiendo.
“La mente humana tiende a repetir lo conocido, incluso si duele, porque el dolor familiar se siente más seguro que lo incierto.”
Porque la mente —cuando no puede elaborar lo que dolió— intenta resolverlo repitiéndolo. Como si esta vez, con suficiente esfuerzo, las cosas pudieran cambiar. Como si aguantando más, todo fuera a mejorar. Pero eso casi nunca sucede. Porque no es una historia nueva, es una escena vieja que se repite con nuevos actores.
Hay heridas que, si no se sanan, se vuelven patrones. Y hay decisiones que duelen más por lo que significan que por lo que implican. Soltar no es solo dejar a alguien: es despedirse de una parte de una misma, de una fantasía, de una promesa.
Aceptar la pérdida implica reconocer que uno apostó por algo que no funcionó. Que se equivocó. Y eso confronta directamente con la culpa, con el orgullo, y con la voz interna que insiste en que fallar es imperdonable.
Si sientes que no puedes salir de una relación tóxica, de un trabajo donde no creces, o de una conducta que te sigue lastimando, recuerda esto: no tienes que hacerlo solo/a. A veces, el primer paso no es salir corriendo, sino tener el coraje de pedir ayuda. Eso, por sí solo, ya es un acto de fuerza. Ese pequeño gran paso puede marcar el inicio de un nuevo capítulo en tu vida. Tú tienes el poder de elegir, soltar y empezar de nuevo. Estamos aquí para acompañarte. Tenemos disponibilidad de consultas www.recetasparalavida.com
Ingrediente de la semana: Coraje
El coraje no significa no tener miedo, sino actuar a pesar del miedo. Es la fuerza interior que te permite hacer lo que sabes que es correcto, incluso cuando todo dentro de ti tiembla. Usarlo en la vida diaria implica:
Reconocer lo que ya no te hace bien.
Validar tu dolor sin justificar quedarte en él.
Dar un pequeño paso cada día, sin esperar sentirte lista.
Aceptar que avanzar no siempre se siente bien, pero sí te libera.
Afirmación personal para salir de donde uno ya no quiere estar:
Tengo el coraje para salir de esta situación aunque tenga miedo y dudas. Nutro mi amor propio y reconozco que lo único que tengo que hacer es dar un paso más, con firmeza y decisión. Hoy acepto que dar un paso es una gran decisión, pero también entiendo que es solo eso: un paso. Tengo el valor para arriesgarme y la fortaleza para resistir mi dolor. Yo puedo. Yo quiero vivir mejor.
Frase de la semana:
Soltar no es fracasar. Es tener el coraje de dejar de fingir que todo está bien cuando tu alma ya no puede más.
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