Después de 20 años de casados y de tener una buena vida, me di cuenta que ya no quiero a mi esposo. Es un excelente padre, buen amigo y buen proveedor, no tengo mayores quejas, sin embargo, ya no hay pasión, no hay amor y por más de que intentamos terapia de pareja y demás no somos felices juntos como pareja. Creo que lo mejor sería que nos separemos y que cada quien viva su vida para no lastimar la buena amistad que tenemos y para que nuestros hijos no sufran.
Becky responde
Lamento mucho escuchar tu testimonio y notar que, a pesar de tener todos los elementos para ser felices y llevar una buena vida juntos, ambos se han alejado y han tomado caminos separados.
Es esencial comprender que cada individuo debe ser consciente de que el amor puede diluirse, transformarse e incluso olvidarse si no se le presta atención. Por tanto, es fundamental estar consciente y dedicar el esfuerzo necesario para que los elogios, las caricias y las sonrisas nunca desaparezcan. Una relación sólida permite a cada persona ser auténtica y permite que la pareja sea quien realmente desea ser, sin necesidad de cambiar, controlar, criticar o exigir que se ajuste a ciertos moldes.
El amor es una decisión que uno debe tomar y cultivar diariamente. Es fácil caer en la rutina, los compromisos y todo aquello que debilita la relación de pareja con el paso del tiempo. Las relaciones personales deben ser una elección personal en la que ambos deciden comprometerse y esforzarse por cuidar y fortalecer la relación. Recuerda que el amor se nutre y se alimenta diariamente, pero no se puede forzar ni imponer. Después de muchos años de matrimonio, es natural que el amor se transforme y se convierta en una relación íntima, segura y duradera, más allá de la pasión inicial.
En realidad, las relaciones personales son complejas, delicadas y requieren cuidado constante. No están destinadas a que las personas se sientan completas o a que encuentren en el otro lo que les falta para ser felices. Cada individuo es completo e independiente, y elige vivir con su pareja para caminar juntos y ser una parte mutua de sus vidas, no para depender emocionalmente del otro.
Hay tres conceptos fundamentales para lograr una relación sólida y evitar que el amor se desvanezca:
- El amor es una decisión personal. Nadie puede obligarte a amar a otra persona si no lo deseas. Tú tienes el poder de elegir a quién amar, el amor no puede ser forzado.
- Cada persona tiene la responsabilidad de buscar su propia felicidad. Nadie puede hacerte feliz o darte lo que necesitas para sentirte realizado. La felicidad es un trabajo personal y reflexivo en el que cada individuo asume la responsabilidad de su propio bienestar. Puedes tener compañía en tu camino y compartir la alegría y el gozo, pero la tarea de ser feliz es tuya.
- Las relaciones personales se cultivan y florecen, o se descuidan y deterioran. El matrimonio no debería ser simplemente un título de seguridad cargado de responsabilidades, obligaciones y exigencias. Más bien, debería ser una relación basada en el amor, el respeto y el compromiso mutuo, con la visión compartida de construir una vida juntos en la misma dirección.
Si cada persona prioriza primero su propio desarrollo personal y carrera, luego el bienestar de los hijos y, al final, la pareja, es probable que te encuentres sintiéndote sola, perdida y con el deseo de buscar una nueva pareja, a pesar de tener todo lo necesario para vivir bien con tu familia actual.
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