Mi tia es una mujer brillante y muy centrada, sin embargo cuando se trata de reconocer que mi primo es un patán, mal esposo y hasta un hombre completamente egoísta no lo puede ver. De hecho insiste que mi primo se ha divorciado de su mujer porque su mujer no lo apoya ni lo entiende. Mi primo es un hombre simpático, cautivador, y muy exitoso en sus negocios. Es buen padre pero como esposo es terrible. Viaja solo, le gusta la fiesta y trabaja viajando por todo el mundo. Se que su mujer tiene que cuidar a los hijos y hacerse responsable de todo lo que pasa en la casa. Se están separando de mi tía dice que es culpa de su esposa que no entiende ni apoya las necesidades de su hijo. Yo estoy segura que hay mucho más de la historia y que mi primo por más guapo, simpático y exitoso que sea, no es un buen esposo. Su mamá lo apoya y eso lo hace más difícil que él pueda sentar cabeza.
Becky responde
La negación de la realidad es una respuesta comprensible ante la decepción o la frustración que puede surgir cuando las expectativas no se cumplen. Para algunas madres, especialmente aquellas que han idealizado una relación especial con sus hijos varones, enfrentar la cruda realidad puede resultar difícil. En lugar de aceptar los hechos tal como son, pueden buscar razones para justificar las acciones de sus hijos, incluso cuando estas son claramente problemáticas.
Esta negación puede ser una forma de protección emocional para las madres, ya que enfrentar la realidad implicaría confrontar el dolor y la tristeza asociados con la brecha entre sus expectativas y la realidad. Mantenerse en una burbuja mental puede parecer una opción más segura y menos dolorosa.
En algunos casos, los hijos pueden ser expertos en mantener una imagen encantadora, atenta y sobreprotectora hacia sus madres. Esto puede llevar a que las madres se cieguen ante las imperfecciones o problemas reales de sus hijos, ya que la idea del “hijo prodigio” se afianza en su mente. Es difícil para estas madres creer que el mismo hijo que muestra tanta dedicación hacia ellas no sea igualmente perfecto en otros aspectos de su vida.
Además de la negación, la idealización de los hijos puede deberse a una profunda conexión emocional con el rol de madre. En algunas culturas y sociedades, se espera que los hijos varones sean especialmente cercanos y dedicados a sus madres, y esta expectativa cultural también puede contribuir a que las madres se cierren a la realidad y se aferran a la imagen idealizada de sus hijos.
Superar la negación y enfrentar la realidad puede ser un proceso difícil, pero es esencial para el crecimiento personal tanto de las madres como de los hijos. La comunicación abierta y honesta dentro de la familia puede ayudar a desmitificar las expectativas y afrontar las áreas problemáticas. Además, buscar el apoyo de amigos, familiares o profesionales de la salud mental puede ser beneficioso para abordar estos temas de manera constructiva.
Es importante recordar que ningún ser humano es perfecto, y aceptar a los hijos tal como son, con sus virtudes y defectos, es parte esencial del proceso de construir relaciones saludables y auténticas en la familia. La realidad puede ser complicada, pero enfrentarla con valentía y comprensión puede allanar el camino hacia una conexión más genuina y enriquecedora entre las madres y sus hijos.
Cómo se puede superar la negación de la realidad.
Superar la negación de la realidad es un proceso desafiante que requiere tiempo y esfuerzo. Pero sobre todo es importante tener la fortaleza de ver la realidad sin justificar ni adaptarla para que esta no duela.
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Reconocer la negación es el primer paso hacia la aceptación de la realidad.
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Escuchar los otros puntos de vista sin cegarse a tratar se ver únicamente lo que uno desea ver.
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Aceptar las emociones intensas que surgen al enfrentar la realidad y poderlas validar, procesar y superar.
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Buscar apoyo de personas cercanas o profesionales puede brindar perspectivas diferentes y un espacio seguro para expresarse.
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Cuestionar creencias arraigadas y buscar información objetiva ayuda a comprender mejor la situación y desafiar ideas erróneas.
En conclusión, la negación de la realidad no solo representa un peligro para quienes la experimentan, sino que también causa daño y perpetúa los problemas de aquellos que intentan vivir en un mundo de fantasías e ilusiones. Esta actitud evasiva tiene un impacto negativo en todas las partes involucradas, impidiendo la construcción de conexiones sanas y afectando la calidad de vida de todos.
Aquellos que niegan la realidad se privan de enfrentar la verdad y, por lo tanto, de crecer y aprender de sus experiencias. Al negar lo que realmente está sucediendo, se quedan atrapados en patrones dañinos y evitan tomar responsabilidad por sus acciones y decisiones.
Por otro lado, quienes se relacionan con personas en negación también sufren las consecuencias. La incapacidad de enfrentar la realidad de otros puede generar frustración, decepción y una sensación de impotencia. La falta de honestidad y autenticidad en estas relaciones impide un verdadero vínculo y puede llevar a un distanciamiento emocional.
La negación también perpetúa los problemas subyacentes al evitar abordarlos de manera adecuada. Sin enfrentar la realidad, los problemas persisten y se agravan, lo que a largo plazo puede tener consecuencias devastadoras para la salud mental y emocional de todas las partes involucradas.
En última instancia, superar la negación y enfrentar la realidad es esencial para el crecimiento personal, la construcción de relaciones genuinas y una mayor calidad de vida. Requiere valentía, autoconciencia y un deseo genuino de vivir una vida auténtica y significativa.
Es importante buscar apoyo y asistencia para afrontar la negación de manera efectiva, ya sea a través de amigos cercanos, familiares comprensivos o profesionales de la salud mental. A través de la aceptación de la realidad, cada individuo puede liberarse del ciclo de la negación y abrirse a nuevas oportunidades de crecimiento y bienestar emocional.
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