Descubrí que mi esposo abusa de mis hijas, pero ellas tienen pánico a hablar y no dicen nada, el juez dice que hay que traer evidencia y como pasó hace un tiempo eso me es difícil, además ya no quiero lastimar y exponer más a las niña. Si les hago las pruebas psicológicas que el estado requiere son tan caras que no tengo como pagarlas y el abogado que me ayudó me robo, no se preparó y no me pude defender. Mi familia no me apoya y he perdido todo en este terrible tormento de injusticias y dolor. Me siento mala madre y sola en el mundo estoy desesperada….

Respuesta

Lamento profundamente que estés pasando por una experiencia tan dolorosa y frustrante. Sé que enfrentarte a una situación en la que sientes que la justicia no ha sido servida, sobre todo cuando se trata de tus hijas, puede hacer que el mundo parezca injusto y cruel. Lo que sientes es completamente válido. Cuando el sistema judicial no parece proteger a los más vulnerables, es fácil caer en la desesperanza. Sin embargo, quiero que sepas que aunque el resultado de hoy no haya sido el que esperabas, tu voz y la de tus hijas son poderosas y, aunque parezca que no fueron escuchadas, su historia sigue teniendo valor.

Primero, es importante que reconozcas la fortaleza que has tenido al llegar hasta aquí. Luchar por tus hijas en la corte, enfrentarte a tu esposo y tratar de protegerlas son actos de gran coraje. No todos los resultados reflejan la verdad ni la justicia de inmediato, pero no significa que el esfuerzo ha sido en vano. Muchas veces, el cambio y la protección no llegan de la forma o en el momento que esperamos, pero eso no debe hacerte perder la esperanza.

Cuando el mundo exterior parece no estar de tu lado, es esencial volver a lo que sí puedes controlar: tu entorno personal, emocional y espiritual. Aunque el sistema legal no siempre funciona como debería, tu hogar, tu relación con tus hijas, y la manera en que las ayudas pueden ser una fuente de refugio y fortaleza. El amor y el apoyo que les brindas pueden ser las herramientas más poderosas para enfrentar la injusticia.

Te animo a que sigas buscando formas de proteger a tus hijas y a ti misma, no sólo en términos legales, sino también emocionales. A veces, los sistemas externos no ofrecen la protección que esperamos, pero puedes trabajar en construir una red sólida de apoyo: familiares, amigos, terapeutas, y personas que entiendan tu situación y te ayuden a mantener el rumbo.

El proceso judicial puede ser largo y agotador, pero recuerda que este es solo un capítulo de tu historia. Mantén la vista en el objetivo a largo plazo: asegurar el bienestar de tus hijas y restaurar tu paz interior. Si bien hoy puede parecer que no hay justicia, seguir buscando formas de apoyo y continuar siendo la voz para tus hijas puede generar un cambio importante en sus vidas.

Es normal que el sentimiento de injusticia provoque enojo y frustración. Sin embargo, también quiero que te permitas sentir compasión por ti misma y por tus hijas. El dolor que sientes no define tu futuro, sino cómo decides enfrentarlo. A pesar de todo lo que has vivido, sigue siendo posible encontrar paz, curación y esperanza para ustedes.

Si bien puede parecer que nadie te escucha, te aseguro que hay personas que lo hacen y que se preocupan por ti y por tus hijas. El camino hacia la justicia puede ser largo, pero recuerda que tu determinación y tu compromiso con la verdad y el bienestar de tus hijas es invaluable.

Cuando el mundo no te escucha, es esencial que dejes de enfocarte en el ruido externo, especialmente cuando no hay con quién dialogar. En su lugar, sube el volumen de tu voz interior, fortalece tu alma y continúa luchando por tus convicciones. Una madre siempre sabe cuando sus hijos sufren, incluso si los demás no lo ven.

1. Escúchate.

2. Quiérete.

3. Acepta el reto.

4. Busca formas de valorar lo bueno que tienes.

5. Fomenta la gratitud para que crezca tu paz interior.