El amor es una decisión personal que se toma por convicción, nunca por imposición u obligación.
Amar y odiar con pasión parecieran ser sentimientos contrarios, ya que uno se enfoca en el lado dulce, positivo, creativo de la persona y el otro, radica en el lado negativo, destructivo e iracundo del ser. Sin embargo, ambas son pulsiones que mueven al alma, llaman la atención íntima del ser y de alguna forma se pueden encausar cuando se desvían.
La complicación surge cuando ya no se siente nada… cuando la indiferencia crece y no hay intento de reconexión, cuando los problemas no se resuelven y la desilusión, la traición y el agotamiento mental desconectan a las personas creando un vacío. Entonces ya no se siente nada, ni hay intención de tener cercanía.
Uno de los sentimientos más desgastantes y frustrantes es el tratar con una persona que no te quiere, no te valora o simplemente ya no tiene interés en ti. Cuando las cosas han llegado a este punto de complicadas, tristemente hagas lo que hagas y digas lo que digas, nada estará bien o no será suficiente. Ya que la percepción positiva, el deseo reparador, el interés y el ojo bueno necesario para reconstruir y retomar la relación no depende exclusivamente de una persona.
El amor no es un sentimiento que se puede mendigar, ni exigir; después de todo la decisión del que ama depende de su convicción personal nunca de la imposición del otro.
Para amar es necesario que uno se quiera primero a sí mismo. Es muy difícil dar lo que no se tiene y por lo mismo, es casi imposible recibir aquello que no se conoce. El amor no solo son las mariposas que se sienten el día que uno se enamora, ni la atracción o el deseo que se tiene por el otro, esto se esfuma con el tiempo.
El amor tiene como esencia la necesidad de dar, sin tener el deseo de tomar nada a cambio. Es un sentimiento recíproco que se identifica con los intereses y las necesidades del otro. El amor sincero entiende y puede sentir en carne propia el dolor y las alegrías del otro.
Quizá para recuperar el amor perdido y no caer en la indiferencia es importante entender que las relaciones pueden ser frágiles y hay que cuidar hasta los detalles más insignificantes para nutrir o destruir la relación.
Es triste y peligroso caer en una situación donde el amor se esfuma. La indiferencia duele. Recuperar el amor es una tarea desgastante que implica tomar conciencia, aceptar responsabilidades incómodas y entender que uno también provocó que la relación se haya lastimado y terminado.
No es imposible recuperar el amor perdido. De hecho, cuando se reconstruye una relación perdida, el amor se nutre y se fortalece.
La receta
Recuperándose del rechazo
Ingredientes:
- Aceptación– reconocer que el amor es una decisión personal que se debe de nutrir
- Ojo bueno – dar el beneficio de la duda, ver el otro lado de la historia con compasión
- Respeto – aceptar que cada uno tiene sus sentimientos y su forma de actuar
- Fortaleza – valor para no caer en el maltrato, ni devaluarse por culpa del otro
- Buen humor – encontrar una razón para reír ligereza para poder superar el malestar
Afirmación positiva para nutrir el amor
Me comprometo a cuidar el amor que nutre mis relaciones. Fomento de una atmósfera segura para poder expresar con toda confianza. Aprendo a escuchar con atención. Tengo la disposición de dar por el gusto de dar, sin esperar algo a cambio. Valoro las virtudes de la persona que quiero. Comparto mis aspiraciones significativas y trato de involucrar a mis seres queridos en mi plan de vida.
Cómo cuidar el amor en las relaciones:
- Valorar a la persona que se quiere, hacer que el amor crezca y perdure a pesar de los problemas. Amar a la persona como es, reconociendo sus virtudes y sus debilidades favorece que la confianza y el amor se desarrollen sanamente.
- Arraigar el amor a los valores esenciales y espirituales ayuda a nutrir una relación sana y a largo plazo. Amar sinceramente permite soltar y olvidar más fácilmente las ofensas y las equivocaciones. Un amor sólido es permisivo, e incondicional.
- El amor es un sentimiento recíproco que se identifica con los deseos y las necesidades de la persona querida. Cuando ama, uno llega a sentir exactamente los sentimientos del otro como si fueran de uno mismo.
El valor que tiene una sonrisa, así como el sentimiento que produce el ayudar y dar, es mayor que el precio que se paga por pensar primero en uno mismo y no aprender a amar.
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