Después del divorcio de mis padres, nos fuimos a vivir con mi mama y aunque mi madre siempre vio por nosotros y nunca faltó nada, ella trabajó mucho y estaba al pendiente siempre, pero, al mismo tiempo sentí que tenía muchos novios y nos contaba algunas cosas de lo que le hacían. Yo siempre pensé que mi mama no se valora y además todos los hombres con los que ella sale son unos hombres perdedores que no tienen buen trabajo ni son más de lo que mi mamá pudiera tener…. Estoy segura que le guardo tanto resentimiento que por eso no puedo tener una relación buena con los hombres.
Respuesta
Lo más fácil en el mundo es echar culpas. Decir que no puedes tener novio por culpa de tu mamá, que no crees en el matrimonio por culpa del divorcio de tus padres, o que ves a los hombres como insignificantes por culpa de los novios de tu madre, son formas de evitar trabajar en tus propios asuntos.
No dudo que el divorcio de tus padres fue muy doloroso. Entiendo lo incómodo que fue escuchar historias sobre otros hombres y comprendo tu coraje al desear que tu madre esté mejor acompañada y que su nueva pareja sea un ejemplo de vida en todos los aspectos. Sin embargo, las relaciones de tus padres no deben definir las tuyas. Pueden ser una guía, pero no son tus relaciones.
Vivir como víctima de los problemas y decisiones de otros, incluso de tus padres, no te dará el poder para tomar tus propias acciones ni te ayudará a resolver tus conflictos internos. Tampoco te permitirá salir del calabozo emocional en el que te encuentras.
¡Libérate! Toma el control y la responsabilidad de tu vida. Lo que no te gusta, cámbialo en tus acciones personales. Trabaja en lo que te duele. Mejora lo que puedas en tu vida. Si tienes un poco de compasión, podrías ver que aunque tu madre no fue adecuada al compartir sus problemas de pareja, hizo lo que pudo. Aprender a soltar y perdonar te da la oportunidad de tener una mejor vida, pero eso ya será tu decisión.
Puedes seguir enojada y culpando a todos, justificando por qué no tienes novio, o bien puedes asumir la responsabilidad de tus conflictos y resolverlos. No tienes la culpa de todo lo que pasó ni de las decisiones y acciones de tus padres, pero sí tienes la responsabilidad de sanar y mejorar tu vida sin seguir cargando dolores que no puedes cambiar.
Consejos prácticos:
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Sé compasiva y agradecida: Reconoce lo que tu madre te ha dado y deja de ser tan dura al criticarla. Tal vez ella también quedó dolida por el divorcio y no supo cómo sanar. Ser compasiva te permitirá ver la situación desde una perspectiva más amable.
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Perdona y suelta: Aprende a perdonar a tu madre y a ti misma. Dejar ir el enojo y la culpa te liberará y te permitirá vivir una vida más feliz. La falta de perdón te roba la felicidad y te mantiene atada al pasado.
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Enfócate en tu propio crecimiento: Trabaja en tus propios problemas y conflictos. Invierte tiempo en actividades que te apasionen y que te ayuden a crecer como persona. Esto te dará una nueva perspectiva y te ayudará a construir una vida que deseas.
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Comunicación abierta y sincera: Habla con tu madre de manera respetuosa y sin culparla. Una conversación sincera puede abrir puertas a la comprensión mutua y sanar heridas del pasado.
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Rodéate de personas positivas: Mantén un círculo de amigos y familiares que te apoyen y te comprendan. Esto te proporcionará un entorno saludable para tu crecimiento emocional.
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Práctica la auto-compasión: Sé amable contigo misma. Reconoce tus propios esfuerzos y logros, y no te castigues por los errores del pasado. La auto-compasión es clave para sanar y avanzar.
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