Tome ventaja de ciertas situaciones que sentí me beneficiaban y creí que no afectaron a nadie más. Con el paso del tiempo las cosas se han complicado y en lugar de poder aclarar mi sentimiento de culpa o de incomodidad me he tronado en una persona cruel, y justifico mis acciones porque creo que merezco tener lo que tomé a pesar de que mis acciones han lastimado mucho a una persona que fue buena y leal conmigo. Hoy en dia no tengo una buena relación con esta persona.
Respuesta
Lo que describes es un patrón común en la naturaleza humana: tomar ventaja de una situación pensando que no afectará a nadie, solo para descubrir con el tiempo que sí tuvo consecuencias. La culpa y la incomodidad no resueltas pueden convertirse en una defensa emocional que lleva a la justificación, la indiferencia o incluso a la crueldad, todo para evitar confrontar la propia responsabilidad.
La clave aquí no es solo reconocer lo que sucedió, sino tener el valor de reparar el daño. Justificar acciones pasadas con el argumento de que “merezco lo que tomé” no cambia el hecho de que alguien más fue afectado. La pregunta importante es: ¿Quién quiero ser hoy? Si lo que hiciste no te deja en paz, si sientes que la relación se ha deteriorado y que has cambiado para peor, entonces hay un llamado interno a la reconciliación y al crecimiento.
La buena noticia es que asumir la responsabilidad y actuar con integridad siempre está a nuestro alcance. Puedes elegir romper el ciclo de justificación y dar un paso hacia la reparación. No se trata solo de disculparse, sino de demostrar con hechos que eres capaz de actuar desde un lugar de autenticidad y respeto.
Quizás la relación con esa persona nunca vuelva a ser la misma, pero el cambio real ocurre dentro de ti. Al afrontar la verdad sin excusas, podrás recuperar la paz interna que perdiste y seguir adelante con una conciencia más clara y libre de culpas. ¿Qué puedes hacer hoy para empezar ese proceso?
Lo que describes es un patrón común en la naturaleza humana: tomar ventaja de una situación pensando que no afectará a nadie, solo para descubrir con el tiempo que sí tuvo consecuencias. La culpa y la incomodidad no resueltas pueden convertirse en una defensa emocional que lleva a la justificación, la indiferencia o incluso a la crueldad, todo para evitar confrontar la propia responsabilidad.
La clave aquí no es solo reconocer lo que sucedió, sino tener el valor de reparar el daño. Justificar acciones pasadas con el argumento de que “merezco lo que tomé” no cambia el hecho de que alguien más fue afectado. La pregunta importante es: ¿Quién quiero ser hoy? Si lo que hiciste no te deja en paz, si sientes que la relación se ha deteriorado y que has cambiado para peor, entonces hay un llamado interno a la reconciliación y al crecimiento.
La buena noticia es que asumir la responsabilidad y actuar con integridad siempre está a nuestro alcance. Puedes elegir romper el ciclo de justificación y dar un paso hacia la reparación. No se trata solo de disculparse, sino de demostrar con hechos que eres capaz de actuar desde un lugar de autenticidad y respeto.
Quizás la relación con esa persona nunca vuelva a ser la misma, pero el cambio real ocurre dentro de ti. Al afrontar la verdad sin excusas, podrás recuperar la paz interna que perdiste y seguir adelante con una conciencia más clara y libre de culpas. ¿Qué puedes hacer hoy para empezar ese proceso?
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