Desde hace tiempo que mi hija siente que ella está muy empoderada y siente que ella puede llegar a mi casa y ordenar lo que quiera. Ella ya es una mujer adulta, tiene sus hijos y vive en su casa. Sin embrago… me grita y me trata como si yo fuese su hija y se le olvido que yo soy su madre. Cuando le digo que no me grite o que no me ofenda, se enoja más y me trata peor. Ahora lo que decidí hacer es pararme e irme y dejarla hablando sola, pero no se que otra cosa puedo hacer. No sé cómo manejar esta situación.
Becky responde
A pesar de que tu hija crea tener muy buenas intenciones y crea que te está ayudando a mejorar tu vida en realidad no lo hace. Solo está lastimando y desgastando una buena relación.
Es tiempo de tener una platica sincera, directa y muy clara cuando ambas estén calmadas y puedan platicar sin sentir enojo, culpa o frustración.
Es importante entender que no es sano gritar, ni confrontar a una persona que cree de antemano que tiene la razón. Tampoco es útil dar lecciones a alguien que no está dispuesto a entenderles, ya que ella siente que sabe más y mejor.
Lo más sano en estos momentos es…
Tener prudencia y calma. Esperar que se le pase el impulso de mandar o de sentir que ella puede y tiene el derecho de controlar todo lo que esté a su alrededor.
Tu eres y serás su madre y recordarle eso de forma inteligente le dará herramientas para que en algún momento ella pueda hacer referencia cuando se trate de sus hijos, ya que generalmente la historia se repite y lo que los hijos ven, será el mismo comportamiento que hagan cuando ellos crezcan.
Establece límites claros y respétalos, es decir, explica que no vas a permitir que te grite, te ofenda o te trate mal. Si lo hace, no la amenaces, pero guarda tu distancia y recuerda que no escuchas sus gritos.
Es importante aclarar y establecer que no estás de acuerdo con su forma de actuar y ser consistente, es decir cada vez que grites, tendrás que comportarte igual sin ceder ni engancharte.
Recuérdale cuánto la quieres y lo importante que es su relación para las dos y lo triste que por sus arranques y sus gritos está lastimando una relación que ambas aprecian.
Con cariño, cuidado y constancia puedes redirigir tu relación y salir de los gritos a la plática con entendimiento.
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