Me encanta que mi hijo me busque y disfruto mucho cuando me llama y podemos platicar. Últimamente se ha convertido nuestras pláticas en conversaciones monosilábicas donde es mejor decir si, no, que bueno etc… que poder platicar de cualquier tema ya que todo es una pérdida de tiempo y su tono es muy agresivo cuando le reclamo se enoja y me echa la culpa de que mis platicas son quejas y no tiene tiempo para escuchar mis preocupaciones. Me duele y no me gustaría perder su relación pero es inevitable cada llamado me provoca y tengo que colgar ya que me deja llorando.
Becky responde
“Sé que te preocupa mucho la relación con tu hijo, y es comprensible. En situaciones donde la comunicación se vuelve difícil, te sugiero enfocarte en cuidar de ti misma. Esto significa encontrar formas de mantener tu propia paz interior y bienestar emocional, independientemente de cómo transcurren las conversaciones.. Recuerda que cuidarte a ti misma es esencial para poder cuidar de tu relación con tu hijo.”
Es importante ser sensible y comprender que tu hijo busca mantener la relación contigo, lo cual es una señal positiva de su interés en ti. Es posible que las demandas de su trabajo y sus nuevas responsabilidades lo hayan vuelto más directo e impaciente.
Reconocer que la dinámica de la relación ha cambiado puede ser beneficioso. Puede que te resulte útil adaptarte a ser más concisa y directa en tus conversaciones para evitar posibles fricciones.
Si notas que tus preocupaciones o quejas le molestan, intenta cambiar el enfoque de la conversación hacia temas que le interesen. Esto puede ayudar a mantener un diálogo más armonioso.
Sin embargo, si él continúa siendo impaciente o muestra un tono descortés o agresivo, es válido establecer límites. Recuerda que sigues siendo su madre y mereces respeto en la comunicación. Comunicar tus límites de manera firme pero respetuosa puede ayudar a mantener una relación equilibrada y saludable.
Como mejorar la comunicación cuando las conversaciones no fluyen:
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Escucha Activa: En lugar de iniciar la conversación con tus preocupaciones, comienza escuchando lo que él tiene que decir. Pregúntale cómo se siente y cuál es su perspectiva. A veces, escuchar primero puede abrir la puerta a una comunicación más abierta.
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Comunicación Abierta: Hazle saber que estás dispuesta a escucharlo sin juzgarlo. Esto podría ayudar a reducir su tono agresivo, ya que se sentirá más cómodo compartiendo sus pensamientos y sentimientos.
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Escoge el Momento Adecuado: Asegúrate de elegir el momento adecuado para hablar, cuando ambos estén calmados y sin distracciones. Esto puede ayudar a evitar malentendidos y confrontaciones.
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Expresa Tus Sentimientos: Cuando compartas tus preocupaciones, hazlo en un tono tranquilo y evita el lenguaje acusatorio. Explica cómo te sientes sin culparlo.
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Pregunta Qué Necesita: Pregúntale directamente qué necesita de ti en las conversaciones. A veces, las personas pueden sentirse abrumadas por las quejas constantes y necesitan un enfoque diferente en la comunicación.
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Respeto por los Límites: Si él establece límites en cuanto a las conversaciones, respétalos. Es importante encontrar un equilibrio entre tus necesidades de expresión y sus límites personales.
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Tiempo de Calma: Tómate un tiempo para cuidar de ti misma. Las conversaciones estresantes pueden ser agotadoras, así que asegúrate de tener momentos de tranquilidad y autocuidado.
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Mantén la Esperanza: Aunque la situación pueda parecer difícil en este momento, mantén la esperanza de que con tiempo, paciencia y esfuerzo, la relación entre tú y tu hijo puede mejorar.
Recuerda que todas las relaciones pasan por desafíos, y a veces, la comunicación puede ser complicada. Con empatía, comprensión y esfuerzo mutuo, es posible superar estas dificultades y fortalecer los lazos familiares.
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