A pesar de que hay cuestiones que son difíciles de olvidar por lo dolorosas que éstas fueron, el mantener su recuerdo vivo solo impiden tener una buena vida.
Desde luego, todos hemos sido lastimados y, de alguna forma, el dolor ha dejado una cicatriz. Después de todo, el dolor es inevitable; la vida sucede sin preguntar. La cuestión, entonces, no es el dolor, sino el resentimiento que surge al revivir una y otra vez aquello que nos lastimó, ya sea de manera intencional o no.
El resentimiento es un mal compañero de vida: perpetúa el sufrimiento, condena los errores y marca con amargura a quien lo lleva consigo.
El enigma más grande que la mente enfrenta respecto al resentimiento y la incapacidad de dejar ir el dolor es que, sin querer, uno tiende a buscar y a proyectar ese sentir similar en situaciones y con personas distintas. De alguna manera y de forma algo torcida, la mente quisiera dejar ir el malestar pero no puede soltar el recuerdo que el sufrimiento le ha generado, por lo que hace difícil olvidar lo debería de dejar ir para poder vivir en paz,
Los resentimientos se convierten en callejones sin salida. Al entrar, se sabe que no hay a dónde ir, y al revivir el dolor se llenará de malestar e impotencia e inevitablemente volverá a sentirse mal por la misma razón.
Tristemente, cuando uno revive este sentimiento, el malestar que carga ya no es solo con la persona que le lastimó, sino que se convierte en una vivencia personal que se impregna en el alma, intensificando la desilusión, la traición y el dolor. Este sufrimiento se agrava además con recuerdos fabricados que parecen tan reales que nublan la visión y consolidan aún más el recuerdo doloroso.
¿Qué hacer para no dejar que el resentimiento invada y cómo poder fluir con ligereza por la vida?
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Tener conciencia de que el resentimiento es una esclavitud emocional que obstaculiza la paz y autodestruye a la persona.
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Enfocarse en el crecimiento personal, en la salud mental y en el bienestar, nutriendo los pensamientos positivos.
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Tomar perspectiva y reconocer que la carga la lleva la persona resentida, mientras que muchas veces la persona que hirió ni siquiera recuerda lo que hizo o dijo.
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Aceptar la responsabilidad personal para superar el dolor como un trabajo propio y no como una obligación del agresor.
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Aprender a perdonar para soltar el dolor y transformarlo en un catalizador para reconciliarse con uno mismo y con los demás.
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Tener compasión, dar sin esperar nada a cambio y vivir la vida que uno desea sin esperar que otros le den lo que uno cree merecer.
Estos puntos facilitan el empoderamiento personal y al mismo tiempo contribuyen a lograr una sanación más amplia con la comunidad y el mundo. Liberarse del ciclo del odio y la venganza, porque sólo perpetúan el dolor e impiden construir puentes hacia una mejor vida.
La receta
Perdonar
Ingredientes:
- Valor – fortaleza para sobreponerse ante el dolor recibido y soltar el sufrimiento.
- Compasión – sensibilidad y bondad para crear entendimiento y conexiones sólidas.
- Responsabilidad – reconocer restaurar el bienestar y el ego herido es trabajo personal.
- Elección – aceptar que uno es la persona que debe de querer sanar y tener una buena vida.
- Compromiso – determinación para tener una buena vida y dedicación para lograrlo.
Afirmación personal para poder perdonar y soltar el resentimiento.
Elijo con conciencia y firmeza soltar cualquier resentimiento que llegue a sentir. Reconozco que cargar con sentimientos dolorosos y negativos solo me roba felicidad y contamina mi alma. Sentir compasión, aprender a perdonar aun cuando no me pidan perdón, y soltar el malestar que lleva mi alma me libera y me ayuda a sanar mi ego herido. Aprendo a dejar ir todo aquello que me lastima. Creo conexiones con las personas, incluso con aquellas que me han herido. Cultivo mi energía positiva y trato de ver, escuchar y valorar a las personas con las que me relaciono. Siembro esperanza en mi corazón lastimado. Práctico la conciencia plena de mis acciones. Suelto mi resentimiento y vivo en plenitud, alegría y abundancia.
Cómo soltar el resentimiento:
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Enfocarse en la superación personal y el bienestar propio. Cuando uno está más concentrado en su salud mental, aprende a no tomarse las ofensas y los maltratos como un ataque personal.
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Soltar la carga de los recuerdos libera y trae felicidad a la persona. El resentimiento vive en el recuerdo de la persona lastimada, nunca del agresor. Despojarse de esa lucha interna con los recuerdos y pensamientos mejora las posibilidades de vivir en paz.
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Nutrir la compasión y la sensibilidad diaria hace mejores personas y protege el alma de cultivar resentimientos. Reconocer los sentimientos y ser gentil con los errores, las inadecuaciones y los actos de uno mismo ayuda a ser más tolerante ante lo que otros puedan hacer o decir.
“Un acto de compasión puede transformar el malestar y la soledad en momentos de conexión e inspiración.”
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