Cuando los sentimientos se apoderan del pensamiento, las acciones causan problemas.
¿Has querido controlar tus sentimientos, pero en vez de eso el enojo se apodera de tu mente? ¿Explotas y pierdes tu compostura porque reaccionas ante lo que pasa? ¿te suena conocido? Probablemente también has sentido frustración o vergüenza desgastante y te has reprochado con un sentir pesado y cargado de culpas que te persiguen y te torturan…
Los sentimientos son el testimonio más claro de que somos seres humanos. Tener pasiones, arrebatos emocionales, actuar por impulso a pesar de que uno pudiera ser una persona racional es sin duda, una de las ventajas y desventajas que tiene la raza humana.
Estos increíbles sentimientos son emociones desordenadas, atemporales muchas veces caprichosas que conectan el mundo interno de cada uno con su realidad externa. Por lo mismo, conllevan a actuar y a pensar algunas ocasiones ilógicas e irracionales desde el punto de vista de la conciencia y otras veces no tanto.
Cuando uno dirige su atención a ver lo positivo en la vida sus pensamientos son nobles, objetivos por lo que se vive agradecido, por lo que se encuentra más fácil un sentido generoso y agradecido a la vida.
En cambio, cuando uno envenena sus pensamientos con aspectos negativos, envidias, celos, comparaciones, cuando se enfoca las sus carencias, sus odios y solo busca culpables a quién condenar, sus sentimientos quedan impregnados de un mal sabor y todo lo que llega o sale del corazón… son sentimientos truncados, incómodos e intoxicados.
Sin embargo, no basta con enfocar la mente en los aspectos positivos que hay, es importante entender, valorar y respetar los sentimientos personales y darse tiempo para calibrar lo que se piensa y lo que se siente. Este entendimiento ayuda a conquistar las pulsiones y permite actuar con ecuanimidad y con control.
Lo que piensas es lo que sientes y por lo tanto así actúas. Por eso es importante recordar que no siempre hay que creerles a los pensamientos, a menos que se logre vivir en conciencia plena y con responsabilidad.
Expresar los sentimientos es sano y necesario. El problema surge cuando uno se guarda lo que siente y sin querer, lo internaliza desde una perspectiva herida perdiendo el toque de realidad y objetividad necesaria para encontrar un balance y entonces estos recuerdos, se convierten en traidores que salen a relucir en el momento menos deseado y en las situaciones más comprometedoras.
Exponer los sentimientos implica descubrir la vulnerabilidad y reconocer la fragilidad personal. Esta es una zona que en sí tiene acceso restringido a solo las personas con las que se puede confiar.
El no hacerlo, cubre el alma con una armadura rígida, catastrófica e irracional.
Ser vulnerable y expresar los sentimientos es símbolo de fortaleza, seguridad y amor propio. No hay que temer a lo que uno siente solo hay que cuidar que lo que uno piensa esté validado, sea una realidad objetiva y no se base en una suposición mal interpretada.
La receta
Protegiendo los sentimientos
Ingredientes:
- Aceptación – permiso para sentir y reconocer, sin criticar o negar los sentimientos
- Vulnerabilidad – capacidad de resistir la incomodidad e inseguridad
- Visión positiva – dirigir la atención encontrando aspectos positivos y constructivos
- Responsabilidad – compromiso personal para actuar con prudencia y sin causar dolor
- Calma – paz y tranquilidad emocional y control de las pasiones internas
Afirmación personal para cuidar la vulnerabilidad:
Mis sentimientos son importantes y necesarios, los validó, los respeto y los dejo fluir. Reconozco que no siempre tengo los pensamientos más positivos que me nutren y me ayudan. Cuido lo que siento ya que esto me expresa los misterios de mi mente. Ser vulnerable es un símbolo de fortaleza y de salud mental. Dirijo mi atención a mi persona. Escucho mi sentir interno y me entiendo. Puedo dejar de reaccionar por impulso o por defensa. Cuido los detalles que hago y digo para no tener culpa ni reproches después.
Cómo manejar la vulnerabilidad sin explotar o causar daño:
1. La incomodidad emocional es normal y necesaria para poder progresar. Aprender a tolerar y respetar la forma interna de sentir, ayuda a confrontar los miedos y el malestar con valor. La molestia impulsa a salir de la zona de confort para poder crear un cambio o poder solucionar cualquier situación.
2. Ser consciente previene cometer los errores emocionales motivados por la ira o el rencor. La conciencia plena favorece a tener el control de los pensamientos y por lo tanto la forma de actuar es prudente, racional y mas responsable. Cuando uno puede reconocer lo que siente sabe lo que piensa.
3. Validar los sentimientos propios fortalece el carácter y mejora la manera de pervivir la vida. Todos los sentimientos son válidos y necesarios para vivir, estos no se juzgan y no son opiniones públicas son formas de sentir legítimas que uno debe de aceptar, y poder guiar para que no se detonen en el lugar equivocado o con las personas inocentes.
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“No puedes cambiar a las personas o a las situaciones que te hacen sentir mal, pero si cambiar la manera como reaccionas ante ellas, valida lo que sientes.”
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