Clara esperaba con gran ilusión el viaje de sus quince años. El hacer este viaje con su mamá era como un sueño hecho realidad. Clara ya estaba haciendo planes para realizar grandes caminatas, subir los cerros y por las tardes ir de compras. Disfrutaba mucho de la compañía de su mamá con quien tenía largas charlas y compartían muchas de las mismas inquietudes. Cuando faltaban pocos días para el viaje, Clara recibió la noticia que su abuelita las iba a acompañar. Clara, lejos de estar contenta se sintió desilusionada porque temía que la presencia de su abuelita cambiaría todos sus planes. Sus sospechas se hicieron realidad: su abuelita tomaba mucho tiempo para salir del hotel, caminaba despacio, le costaba ascender los cerros, tenía que sentarse a descansar con frecuencia y le gustaba tomar largos almuerzos. Clara estaba tan decepcionada que su descontento y malhumor eran evidentes y el fastidio se le notaba en su voz. Al notar esto su abuelita, se sintió mal y culpable. Su mamá trataba inútilmente de tender a su madre y a su hija, no lograba contentar a ninguna y se sentía frustrada.

El viaje tan caro y anhelado había comenzado a convertirse en una pesadilla.

Lucia, la madre de Clara, decidió actuar de inmediato ubicando a su hija y enseñándole lo afortunada y privilegiada que realmente era. Le explicó que no todo en la vida resulta como uno lo espera o se lo imagina, de hecho la vida nos cambia los planes frecuentemente y sin aviso. Ante esto, ella podría escoger dentro de dos alternativas: sentirse miserable y amargarse por lo que pudo haber sido o aceptar la realidad, tener una buena disposición y convertir la nueva situación en una oportunidad.

Clara lo entendió. Se disculpó con su abuelita, dejó de lado su malhumor, se sentó a conversar con ella y comenzó a valorar esta nueva oportunidad. Su cambio de actitud la llevó a sentirse mejor inmediatamente. Fue en ese viaje, donde Clara descubrió que su abuela era una mujer extraordinaria, que había fundado una casa hogar para niños huérfanos y que su abuelo había sido paracaidista. También descubrió que su abuelita sabía mucho de la naturaleza y que si bien caminaba lentamente, conocía muchísimo de plantas y hierbas curativas que se las fue señalando durante el camino.

Durante este viaje Clara fortaleció los lazos con su abuelita y aprendió a verla con otros ojos. También pudo apreciar el vínculo especial que su mamá tenía con su abuelita y esto le sirvió como ejemplo. Desafortunadamente, ese fue el último viaje que pudieron realizar juntas. Y fue así que lo que había comenzado como un mal viaje se convirtió en uno de los más lindos recuerdos que Clara continúa atesorando aún hoy en día.

LA RECETA

Aceptando los cambios de planes

INGREDIENTES

• 1 litro de Aceptación
• 1manojo de Flexibilidad
• 2 cucharadas de Adaptación
• Una pizca de ojo noble
• 3 gotitas de relajación

RECOMENDACIÓN DEL CHEF

MODO DE PREPARACIÓN

La vida simplemente es lo que es; raras veces se dan las cosas tal como uno las desea.

Asimismo, la vida no espera a nadie ni hace excepciones. Es por esto que en cuanto el cocinero logra aceptar su cocina, utilizando los ingredientes que tiene, sin buscar sustituciones y encontrándole el lado positivo a las cosas, se puede decir que ese cocinero ha logrado conquistar la cocina de su vida. Sus recetas siempre tendrán un delicioso y autentico sabor, preparados por el mejor chef con las manos más expertas.

Diariamente todos los cocineros se enfrentan con distintas pruebas y cambios de planes inesperados. Cuando se toma una actitud relajada y se le agrega flexibilidad, será más fácil y rápida la adaptación a la nueva circunstancia. Cada vez que el cocinero se enfrenta a un cambio de plan por más pequeño que sea, se le está presentando la oportunidad de afirmar y madurar algún aspecto de su personalidad. Se dice que cada prueba viene acompañada de un reto, cuando se supera, el cocinero se convierte en un ser que se adapta mejor a la vida y se siente más satisfecho.

Cuando el cocinero logra controlar su actitud se hace dueño de las circunstancias.